Las empresas remote first y sus colaboradores disfrutan de una serie de beneficios incontrovertibles que incluyen ahorro de recursos y un pool de talento mucho más amplio para armar equipos flexibles, escalables y altamente eficientes, sobre todo cuando se requieren perfiles de alta demanda en el mercado laboral. 

Sin embargo, que el trabajo remoto esté lleno de ventajas no significa que no presente muchos de los retos de los esquemas de trabajo tradicionales, junto con algunos desafíos particulares que son resultado directo de la distancia, la asincronía y el hecho de que la cultura de la colaboración remota todavía está perfeccionándose, incluso en las industrias que la adoptaron tempranamente, como la de la tecnología. 

Veamos cuáles son los 4 grandes retos del trabajo remoto y cuál es la mejor estrategia preventiva para evitar que cada uno de ellos se convierta en un problema.

1.- Disminución de la eficiencia

Si bien el trabajo remoto reporta, en términos generales, una mayor productividad que en los esquemas presenciales tradicionales, esto no necesariamente equivale a un aumento de la eficiencia. 

Productividad y eficiencia no son lo mismo. Un desarrollador puede, al final del mes, ser un 25% más productivo que su compañero, pero si realizó el mismo trabajo en el doble de tiempo, entonces el otro programador es más eficiente; es decir, sabe cómo sacarle mayor provecho a las horas que dedica al trabajo. 

A lo largo y ancho de las miles de encuestas y reportes que se han hecho en los últimos años al respecto, los empleados remotos se quejan de que están rodeados de distracciones que los hacen menos eficientes, por lo que tienen que destinar más tiempo a terminar sus tareas, aunque esto interfiera con su vida personal. 

Nuestra mejor apuesta para incrementar la productividad remota de nuestros equipos es comenzar a medirla siempre en relación con la eficiencia, es decir, implementar sistemas que nos permitan comparar los resultados y el esfuerzo de manera simultánea.

Otra forma es establecer dinámicas y herramientas específicamente diseñadas para aumentar la eficiencia, la concentración y el enfoque, como los time trackers, los pomodoros, los sprints y los leaderboards gamificados. 

Recuerda que los colaboradores que son al mismo tiempo eficientes y productivos son los que más pueden ayudarte a liberar todo el potencial del trabajo remoto. Aquellos que solo son altamente productivos, a costa de su propio equilibrio, son más propensos a sufrir de mucho estrés y posible burnout. 

2.- Falta de balance 

De acuerdo con un reporte de la Organización Laboral Internacional de las Naciones Unidas, si bien los colaboradores reportan más satisfacción laboral cuando pueden trabajar desde casa, esto también los hace más propensos a trabajar horas extra o en horarios poco favorables, lo cual puede resultar en una mayor cantidad de estrés. 

Hay dos maneras en las que podemos combatir este problema, y deberíamos aprovechar ambas simultáneamente. La primera es atraer, desde el inicio, colaboradores con buenas habilidades de autogestión, que estén acostumbrados al trabajo remoto y que demuestren que ya han tenido un buen balance entre el trabajo y la vida personal. 

La segunda forma tiene que ver con promover la autogestión y los buenos hábitos (ejercicio, alimentación saludable, breaks de meditación, etc.) entre nuestros colaboradores actuales mediante políticas organizacionales que los vuelvan no solo prioritarios, también viables. 

Podemos recomendarle mucho a los integrantes de nuestro equipo que no se extralimiten y dediquen tiempo al deporte, pero si les asignamos cargas de trabajo enormes, entonces no estamos siendo congruentes.

Por otro lado, podemos sugerirles que aprendan a mantener separado el horario laboral de sus actividades personales, pero si les enviamos un documento con cambios a las once de la noche o los convocamos a una junta el sábado por la tarde, será difícil que no se interprete como una exigencia de estar pendientes 24/7 del trabajo. 

3.- Aislamiento

Durante la pandemia, millones de personas reportaron problemas emocionales como resultado directo del aislamiento, como depresión, ansiedad, falta de concentración y disminución de la motivación y la productividad. En ningún otro momento de la historia había sido tan evidente la importancia de la interacción humana para la salud mental. 

Sin embargo, el hecho de trabajar remoto no equivale en lo más mínimo a lo que vivimos durante la cuarentena. De hecho, para miles de personas, trabajar desde sus hogares o ser nómadas digitales es justamente lo que les permite construir mejores relaciones interpersonales y vínculos sociales. 

¿En qué momento el aislamiento se convierte en uno de los grandes retos del trabajo remoto? De acuerdo con las últimas investigaciones, existen algunos factores de riesgo, entre los que destacan la falta de intereses sociales, de habilidades interpersonales y de redes de apoyo cercanas. 

En otras palabras, un colaborador remoto que siempre ha sido tímido, que se encuentra en un lugar alejado de sitios de encuentro y lugares públicos de entretenimiento, y que vive solo o en un lugar distinto que su familia nuclear, está en mucho mayor riesgo de presentar las manifestaciones emocionales, somáticas y laborales del aislamiento cuando no cuenta con las oportunidades de socializar que ofrece el trabajo presencial. 

¿Qué podemos hacer para amortizar esta situación, además de promover actividades de team bulding y “charlas de pasillo” virtuales? Lo más recomendable es mantener una cultura organizacional que visibilice estos factores de riesgo y que realmente impulse a los colaboradores a buscar espacios presenciales con otros individuos que compartan sus mismos intereses. 

Por ejemplo, darle oportunidad a un empleado de iniciar la jornada laboral más tarde para que pueda ir por las mañanas a su grupo de reiki no solo es hacerle un favor a él, también a la compañía, porque se tratará de un colaborador más motivado y que necesite tomarse menos días libres de “salud mental”. 

4.- Problemas de comunicación 

De entre los contados desafíos que son típicos del trabajo remoto, la comunicación deficiente es quizá el que más tiempo y dinero le cuesta a las empresas y startups que tienen un esquema de trabajo remoto. 

Dado que la comunicación abarca tantos canales y aspectos que pueden ser extremadamente sutiles, no es raro que el tono en una la comunicación escrita haga que se malinterprete un mensaje, que la diferencia de horarios haga que una indicación llegue demasiado tarde, o que una mala redacción lleve a los diferentes miembros de un equipo a tomar acciones contrarias entre sí. 

De la misma manera, como la comunicación es tantas cosas que ocurren al mismo tiempo, no existe una solución única a sus desafíos, sino que se necesita toda una política de comunicación remota que involucre aspectos de redacción, etiqueta digital, elección de canales y horarios de acuerdo a cada circunstancia, criterios muy detallados para dar feedback y, sobre todo, establecer la comunicación como una de las “habilidades blandas” no negociables en los líderes de nuestros equipos y proyectos. 

La falta de eficiencia y de balance, así como el aislamiento y los problemas de comunicación, son riesgos inherentes del trabajo remoto que realmente hacen necesario invertir en soluciones preventivas. La buena noticia es que, por su misma naturaleza, el trabajo remoto te permite generar ahorros que a su vez posibilitan realizar estas inversiones inteligentes.

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