Cuidado con tirar todo lo conseguido por la borda. Como freelancer puedes tener un excelente perfil, haber sabido vender tus servicios, posicionarte en el medio, negociar condiciones con el cliente y hasta fidelizarlo. Pero en un segundo la torre de cartas puede venirse abajo si utilizas cualquiera de estas frases.
Quisimos hacer un listado de las más frecuentes, aunque las situaciones que pueden darse en el día a día son muchísimas. Aunque no impliquen la pérdida del vínculo laboral, pueden jugarte muy en contra. En definitiva, muchas de ellas te podrían mostrar como altanero, irresponsable o insolente. Y esto hará que el cliente cambie su percepción sobre ti y sobre tu trabajo.
Te sugerimos entonces evitar frases como . . .
“No hay problema, puedo hacerlo todo”
Esto te ilustra de pies a cabeza como el “Sr. Sabelotodo”. No es real que puedas comprenderlo, abarcarlo y resolverlo “todo”. Caer en esto sería un error. Por el contrario, debes reconocer tu propuesta de valor y promocionarte en determinada especialidad, de acuerdo a tu expertise. Otro riesgo sería que terminaras comprometiéndote con algo que después no puedas cumplir por no saber hacerlo o no conseguir los recursos necesarios.
“Lo siento, no tengo cómo ayudarlo con eso”
En ocasiones, puede ser el caso que –justamente por lo que comentamos en el punto anterior– no puedas resolver determinada situación o tarea. Tampoco es aconsejable que de buenas a primeras le cierres la puerta en la cara a tu cliente diciendo “no puedo hacerlo”. Más bien, comunícale con respeto que esa no es tu área de especialidad, pero que con gusto puedes recomendarle a un colega o empresa de tu confianza (siempre que esté dentro de tus posibilidades). El cliente sabrá apreciar el gesto.
“No llego con la fecha de entrega”
Una de las peores cosas que le puedes decir a un cliente es “no llego con los plazos; se lo enviaré luego”. Esto te muestra como incumplido e irresponsable. Revisa la importancia de cumplir con los deadlines y las claves para ajustarte a los plazos pre-establecidos y aprender a organizar tus tiempos.
“Perdón por no responder antes”
La comunicación entre tú y el cliente debe ser fluida, de ambas partes. Es una de las claves para una buena ejecución de la tarea y para alcanzar los resultados. Es poco profesional que digas “hace dos días no reviso la casilla del mail” o “estuve con otras prioridades”. El cliente debe sentir que estás pendiente de su proyecto y que cuenta contigo para resolver cualquier eventualidad. No podrías dejarlo a la deriva.
“Una vez me ocurrió que un cliente . . . ”
¿Recuerdas tus épocas de trabajador en relación de dependencia? Cuando estabas en proceso de selección jamás se te hubiera ocurrido mencionar experiencias pasadas negativas en otras empresas o con jefes complicados. Mismo caso: nunca hables mal de otros clientes con un cliente. Te quita profesionalismo. Además, podría pensar que el día de mañana también contarías detalles de su vínculo o que eres un tanto complicado para relacionarte.
“Su idea no es buena. Yo tengo la mejor solución”
Soluciones sí. Pero tirar abajo las ideas de tu cliente y subestimarlas, no. Si no crees que el camino sugerido sea el indicado, puedes hacérselo saber de un modo sutil pero claro, argumentando, y siempre con respeto. Nunca te pongas en el lugar de soberbio. Sabrá valorar tu aporte.
“De acuerdo, rebajaré mi tarifa a . . . «
Si llegaste a un acuerdo monetario con tu cliente, no es aconsejable que luego bajes tu tarifa (salvo excepciones; siempre las hay). ¿Por qué? Porque podría indicar que tu trabajo en sí no es tan bueno como sugieres. Se trata de ser consecuente con tu propuesta de valor.
“Puedo terminarlo tan pronto sea necesario”
Cuidado con esta frase porque te puede comprometer. Puedes caer en el error de hacer una mala estimación de los tiempos, por apresurarte a prometer y presentarte como “servicial”. El cliente pensará que gozas de todo el tiempo disponible, que estás 100% dedicado al proyecto y quizás esto te complique en organización de prioridades y tiempos de otros proyectos.
“Es mi estilo de trabajo”
No es recomendable que te muevas en blancos y negros. Sí es cierto que tienes una filosofía de trabajo, una forma de organizarte y de manejarte con tus clientes, pero en cada proyecto (y cada cliente) habrá detalles que ajustar dependiendo de cada circunstancia particular. No te obstines por el sólo hecho de decir “siempre lo hice así, es mi estilo” porque esto podría cerrarte puertas o incluso la posibilidad de llegar a una negociación beneficiosa.
“Oka, listo. ¡Hacemos así, chao!”
Lenguaje de amigos para los amigos. Un cliente no es un amigo. Conserva las formas y el vocabulario apropiado. De lo contrario pierdes en imagen, profesionalismo y credibilidad.
Y hay muchísimas más. “Decir o no decir. Esa es la cuestión” 😀 Que tu cabeza vaya más rápido que tus palabras para evitar roces o disgustos.
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