Como profesional freelance tienes un nombre -y por ende una marca- que te identifica. Y no sólo hay que ser un buen profesional, sino también parecerlo.
Tu capacidad de ejecución, tu nivel de empatía, tus habilidades interpersonales, la calidad de tu trabajo y tantas otras destrezas te diferenciarán, pero es fundamental que sepas y aprendas a “venderte” como marca. Por eso no puedes dejar de conocer algunas técnicas y tips de marketing personal 😉
¿Por qué es importante cultivar tu imagen personal como freelancer?
Tu identidad vendrá marcada por los atributos que te diferencien como talento. De ahí reflejarás una imagen en tus potenciales clientes. Identidad e Imagen serían las dos caras de una misma moneda. Los beneficios que te reportará contar con una identidad de marca personal son varios: te ayudará a diferenciarte de otros profesionales, le darás tu propio sello a tu imagen, te posicionarás en el mercado, podrás convertirte en referente dentro de tu sector, te será más fácil conseguir nuevos clientes –en menor tiempo–, será tu guía para actuar y comunicar, y tantas otras ventajas.
Estar bien afianzado en este sentido, con una marca personal y una reputación destacadas, también sumará mucho para fidelizar a tus clientes actuales, quienes terminarán siendo los embajadores y voceros de tu propia marca. Y ya sabes cuán importante resulta la recomendación del boca a boca para asegurarte en tu profesión.
Ser profesional, responder a tiempo, aportar tu valor agregado, generar resultados de excelencia, pero . . .
¿Por dónde deberías empezar para construir tu marca personal?
Comienza por entender para dónde quieres ir y en qué especializarte. Es imposible que abarques todas las ramas de tu profesión. Tienes que definir cuál será el alcance de tu trabajo, hasta dónde dirás “sí” y qué tipo de proyectos dejarías de lado.
Es fundamental que entiendas a tus potenciales clientes, que conozcas el mercado que está allí afuera, cuáles son sus necesidades y expectativas, qué perfiles buscan, y a partir de ahí ir delineando tu posicionamiento.
Para ello, un paso clave es que detectes cuáles son las habilidades que te diferencian como profesional. Conocer cuáles son tus puntos fuertes es básico para luego definir tu ventaja competitiva.
La ventaja competitiva es tu propuesta de valor. Es aquello que te hace único, es lo que le da la impronta a tu forma de trabajar, a tu esencia, a tu personalidad. Las habilidades y el conocimiento los tienes, bien. Pero, ¿cómo le aportarías valor a tu trabajo? ¿Por qué el cliente debería elegirte a ti y no a otro profesional? La respuesta será tu propuesta de valor.
Con esto en claro, si quieres darle más “forma” a tu marca personal puedes pensar en un nombre, en diseñar un logo que te identifique y en un slogan que refleje tu ecuación de valor. Ahora, ¿es mejor identificarte con tu propio nombre o con un nombre de empresa? Todo dependerá de tus objetivos y de tus preferencias. Al principio puede convenir identificarte con tu nombre personal, es lo más práctico. Pero a medida que el negocio crezca, quizás convenga identificarlo con un nombre de empresa para darle más formalidad, seriedad y alcance.
Otra clave: no olvides hacer uso de todas las ventajas que hoy por hoy te ofrece Internet para promocionarte como freelancer y construir tu reputación online. Tampoco descuides las tácticas de promoción offline, que son un recurso muy útil para llegar a tus potenciales clientes.
Construida tu identidad de marca procura mantenerla en el tiempo, para darle consistencia y continuidad. Además es muy importante que seas coherente en tu discurso a través de todas las plataformas que utilices para promocionarte.
Aplica tu capacidad de adaptación, aprende a escuchar, genera una buena relación de empatía y feedback con tu cliente, muestra seguridad, compromiso y profesionalismo. Todo ello hace a tu identidad de marca. Más allá de las enunciaciones y el logo, tu marca se construye en el día a día.
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