El tener en claro cuál es tu propuesta de valor resultará esencial si quieres tener éxito en el camino de ser freelancer. ¿Por qué? Por dos motivos principales:
- Te ayuda a diferenciarte de otros profesionales. Hoy por hoy el mundo está lleno de freelancers a tiempo completo o a medio tiempo, e incluso agencias o consultores que son también tu competencia. Si eres uno más entre la multitud, tus posibilidades de tener éxito serán escasas. En cambio si logras posicionarte en un lugar diferente los clientes vendrán hacia ti convencidos de lo que van a “comprar” (sí . . . en definitiva tu imagen como profesional, tus habilidades, tus conocimientos, experiencia y talentos son un “mix de producto” que debes aprender a comercializar).
- La propuesta de valor es una pata fundamental de toda estrategia de Branding Personal. Para poder posicionarte en determinado segmento, ofreciendo determinados servicios, debes poder basarte en tu propuesta de valor, la cual luego se verá reflejada en tus comunicaciones en redes sociales, foros, website, blog personal, e-mails y otros recursos de promoción o materiales de marketing.
En definitiva lo que buscas es transmitir de una manera directa y contundente por qué lo que haces lo haces mejor o diferente del resto de tus competidores. Tómalo como un titular de revista que representaría tu marca personal a la perfección.
¿Por dónde deberías comenzar para definir tu propuesta de valor?
A continuación algunos tips 😉
1) Define en qué eres realmente bueno
Un primer paso importantísimo sería que pudieras analizar por qué el cliente debería contratar tus servicios y no el de otro profesional de tu misma especialidad. No pienses en conceptos básicos como profesionalismo, calidad, excelente servicio u honorarios. Ve más allá. Trata de evaluar por qué tu servicio le interesaría a tu cliente. Si logras responder de forma concreta a la pregunta “¿Por qué el cliente debería contratarme?” estás en el buen camino 🙂
2) Argumenta
Debes poder tener ejemplos concretos de estos beneficios que ofreces a tu cliente. Piensa de qué manera o con qué recursos podrías avalar cada uno de los beneficios que detallaste en el punto 1. Es importante tener un respaldo concreto para demostrar cómo puedes realmente satisfacer esa demanda. Con tanta competencia dando vueltas y con tantos talentos peleando por lo mismo, es clave que puedas darle al cliente un argumento sólido de por qué sostienes que ofreces lo que ofreces.
3) Observa a tus competidores
Analizar a la competencia suele ser un buen recurso de inspiración. Esto quiere decir que debes tratar de analizar qué ofrecer de diferente respecto a tu competencia. ¿Qué hay allí afuera que tú puedas ejecutar de una mejor manera? O mejor aún . . . ¿qué NO hay allí afuera y tú sí puedes ofrecer? En este punto se trata justamente de identificar las necesidades no satisfechas, y cuál podría ser tu aporte en ese sentido.
4) Diferénciate
Si ya vas llegando a una idea más clara de cuál podría ser tu propuesta de valor, ten en claro que esa “declaración” no debe poder adaptarse a tus competidores. Si la respuesta es sí, debes reformularla. Tu posicionamiento debe ser único y ubicarte en un lugar privilegiado. Si tu ecuación de valor no logra ese nivel de diferenciación, el ejercicio no habrá valido la pena.
5) Escribe tu idea
Ahora sí, baja la idea a un papel y revísala una y otra vez hasta que queda perfectamente pulida. Simple, concisa, clara, limpia, contundente. Única y persuasiva. Puedes darle un toque “marketinero” para hacerla todavía más impactante, pero procura que no suene “cliché”, poco creíble o exagerada.
Ya tienes tu propuesta de valor entre manos. Ahora tendrás otra responsabilidad: asegurarte de cumplirla a rajatabla y ser consistente con lo que has prometido a tus clientes 😉
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