Uno de los mayores retos al que me enfrenté cuando eché a andar mi empresa, fue la dificultad de equilibrar mis valores personales con la inmensa carga de trabajo y responsabilidades que representa tener un negocio propio. Los emprendedores emprendemos, precisamente, porque queremos una mejor calidad de vida, pero es muy frecuente que con rapidez olvidemos que debemos trabajar para vivir y no vivir para trabajar.
Los fundadores de Asana también se enfrentaron a ese dilema y lo solucionaron echando mano ni más ni menos que a los pilares del budismo zen y del taoísmo. Hoy voy a compartir contigo un poco de la filosofía mediante la cual lograron fundar un negocio millonario y, al mismo tiempo, mantener la paz mental y equilibrio.
¿Qué es Asana?
Una compañía en San Francisco enfocada en el desarrollo de software para incrementar la productividad de los equipos de trabajo. Este programa es fantástico ya que permite organizar las tareas que hay que hacer en forma personal y en equipo. En Workana lo usamos a diario y nos permite coordinar muchos proyectos a la vez.
Sus fundadores son herederos directos de la filosofía corporativa de Google y Facebook, y conocen de primera mano los problemas de gestión y dirección que el estilo corporativo de la nueva era puede provocar.
Sin romper con la inercia de la integración, el humanismo y el igualitarismo, fundaron su propia empresa, aunque le han dado un giro radical amalgamándola con principios budistas, poniendo el énfasis en la organización asertiva y decidiendo que los valores van primero y todo lo demás, incluyendo el dinero, después.
Por ejemplo, dos veces al año, la compañía detiene operaciones por completo durante una semana en el contexto de su Road Trip, que básicamente es una pausa grupal de reflexión, evaluación y planeación para determinar en conjunto el rumbo que tomará la empresa durante los siguientes meses.
El jefe no siempre tiene la razón y no todo es urgente
Uno de los mantras institucionales de Asana es que el jefe no siempre tiene la razón. Esto le permite a los equipos escuchar propuestas, pero llegar por sí mismos a soluciones más eficientes. El jefe se limita a darle la inercia necesaria a sus colaboradores para que se sientan libres de ir en la vía que consideren adecuada.
Esta empresa se preocupa genuinamente por el bienestar holístico de sus empleados. Por eso ofrece clases de yoga, barra libre de kombucha orgánica, tres comidas balanceadas y nutritivas al día, vacaciones ilimitadas y permisos por paternidad, entre otras.
Pero no son estas prestaciones budista friendly las que hacen que los más de 300 colaboradores de Asana sientan que su lugar de trabajo es maravilloso, sino la oportunidad de responsabilizarse plenamente de sus actividades.
Desde el principio sus dos fundadores, Dustin Mozkovitz y Justin Rosenstein, se propusieron construir una cultura organizacional donde los títulos del organigrama son maleables, la transparencia es absoluta, el fracaso se enfrenta con calma zen y las únicas calificaciones son la autoconsciencia y la curiosidad. Por añadidura, crearon un gigante empresarial cuyos más de 35.000 clientes actuales prefieren el software de flujo de trabajo de Asana que el de competidores como Trello y Basecamp.
Estamos hablando de una empresa valuada en cerca de $900 millones de dólares, en la que ningún empleado se siente desbordado por sus responsabilidades, ni subestimado.
Justin y Dustin tienen en común la meditación y el yoga como parte fundamental de su estilo de vida, y sus esfuerzos en conjunto están orientados a equilibrar el bienestar personal de su equipo con un rango elevado de productividad. Para ellos, el éxito no es obtener todo el dinero posible, sino crear un ambiente en el que las necesidades del personal y de la empresa se cubran de forma cada vez más integral.
La claridad, la autenticidad y la consciencia
Uno de los valores principales de Asana, la claridad, se evidencia tanto en su producto como en la cultura organizacional de la compañía. Cada tarea se asigna a una sola persona y cuenta con un tiempo límite par ser completada, cada quién es el tomador final de decisión con respecto a su propia esfera de influencia que se decide con base en su experiencia. “Con frecuencia nos referimos a esto como dictadura distribuida”, dice Rosenstein.
Otros de los valores fundamentales de la compañía son la autenticidad, dicho de otro modo “ser capaz de decir verdades incómodas”, y la consciencia plena o “mindfullness”.
En Asana, no se espera que las personas corran de un lugar a otro con prisas aparentando que son super productivas. El punto de su metodología se centra en reflexionar primero y luego actuar con conocimiento de causa.
Queda en claro que un negocio se puede llevar adelante siguiendo los valores de uno mismo y no siempre la codicia es la clave para el éxito comercial.
En Workana queremos que tu emprendimiento sea una fuente de bienestar para ti y para tus colaboradores, no una carretera interminable de estrés y neurosis.
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