Somos freelancers. Somos personas, no máquinas programadas. Y no estaremos exentos alguna vez de cometer un error ante un cliente y desear que nos trague la tierra. Podemos ser las personas más perfeccionista, atentas al detalle y con capacidad de visión macro sobre la faz de la tierra, pero a veces, aún queriendo tener todo bajo control, algo puede salir diferente a lo previsto y la responsabilidad es propia.