Todas las relaciones interpersonales son complicadas. Y en el trabajo pueden serlo aún más, ya que suelen entrar en juego ciertas presiones, intereses y expectativas. En la mayoría de los casos la relación fluye y no suele haber problemas en el vínculo diario con los clientes, pero también puede ocurrir que te topes con una personalidad difícil, insegura o impaciente y el panorama pase de blanco a gris oscuro.