Antes de implementar IA, responde esta pregunta: ¿qué problema quieres resolver?

Hoy todo el mundo habla de inteligencia artificial. La prensa, los gurús de LinkedIn, los vendors de software. Y sí: la IA tiene un potencial enorme para transformar la manera en que trabajamos.
Pero cuando bajamos a la realidad de las empresas, lo que suele pasar es otra cosa: proyectos que se frenan, pilotos que nunca escalan, iniciativas que entusiasman al inicio y se desinflan rápido.

La verdad es simple: no fallan por la tecnología, fallan porque nunca se definió con claridad qué problema había que resolver.

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El error común

Muchas organizaciones caen en la trampa de empezar por la solución:

“Hagamos un chatbot con IA.”

“Metamos un modelo predictivo en ventas.”

“Compremos la herramienta más cara del mercado.”

El resultado suele ser un despliegue sin foco: dashboards que nadie mira, bots que generan frustración, modelos que no se conectan con decisiones reales.
La diferencia entre “jugar con IA” y transformar con IA está en empezar por el problema, no por la moda.

Por qué empezar por el problema

La IA es un amplificador:

  • Si tu equipo tiene claridad, la IA potencia esa claridad.
  • Si tu proceso ya es un caos, la IA solo lo hace más caótico, más rápido.

Un problema bien definido:

  • Alinea a los equipos en torno a una prioridad concreta.
  • Hace que la inversión tenga dueño y urgencia.
  • Permite medir resultados reales y no solo “experimentos simpáticos”

Cómo definir bien el problema

No hace falta un manual de 200 páginas. Un marco simple ayuda:

  • Contexto: ¿Dónde estamos hoy?
  • Dolor específico: ¿Qué duele o frena?
  • Impacto esperado: ¿Qué mejoraría si lo resolvemos?
  • Medición: ¿Cómo sabremos que funciona?

Si tu definición no tiene estos cuatro elementos, probablemente no esté lista para guiar un proyecto de IA.

Ejemplos concretos

Mal definido: “Queremos usar IA en RRHH.”

Bien definido: “Queremos reducir en 40% el tiempo que nos lleva filtrar CVs sin perder calidad en la selección.”

Mal definido: “Necesitamos un chatbot.”

Bien definido: “Queremos que el 70% de las consultas frecuentes de clientes se resuelvan en menos de 2 minutos, sin intervención humana.”

Mal definido: “Queremos un modelo de ventas.”

Bien definido: “Queremos predecir con un 85% de precisión la probabilidad de cierre de cada lead para priorizar el esfuerzo comercial.”

Qué pasa después de definir el problema

Cuando hay claridad, la implementación deja de ser un salto al vacío:

  • Elegir la tecnología adecuada se vuelve obvio.
  • Los recursos se invierten donde importa.
  • El equipo se entusiasma porque entiende el para qué.

La IA no es un fin en sí mismo. Es un amplificador. Puede multiplicar el valor de lo que ya haces bien… o el desperdicio de lo que haces mal.

Por eso, antes de pensar en herramientas, proveedores o modelos, hazte esta pregunta:

¿Cuál es el problema más importante que tu empresa todavía no se animó a nombrar?

Ese es el verdadero primer paso de cualquier estrategia de IA.

Esencia de artista. Profesional de la cocina sabrosa, los colores y el marketing. Vivir para crear cosas: campañas, platos, música, artículos, relaciones, ideas.

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