Todos tenemos fortalezas: o sea algunas habilidades particulares muy desarrolladas o cosas en las que simplemente somos muy buenos. Con esto no me refiero a un profundo conocimiento en cierto rubro (como decir «soy excelente programador PHP«), sino a alguna habilidad especial bien concreta como por ejemplo calmar clientes enojados, brindar una solución única y creativa, ser muy claro a la hora de explicar un tema complejo, encontrar un bug…
La importancia de éste tipo de fortalezas es que son muy personales y pueden implicar una gran diferencia no sólo en la calidad del servicio que brindamos sino también en cómo administramos nuestras propias vidas.
Primer paso: identificar las fortalezas propias
¿Alguna vez te pasó que tenías quince cosas para resolver en un mismo día y para la noche ya estaba todo resuelto? Tal vez funciones bien bajo presión y tengas enorme capacidad de organización.
¿Alguna vez llamaste por teléfono a un cliente muy enojado y hacia el final de la conversación estaba mucho más calmado o casi contento? Esto podría indicar una fuerte habilidad para lidiar con personas frustradas o de fuerte carácter.
Básicamente, en cualquier momento en que una situación determinada tiene un resultado favorable, es muy probable que alguna habilidad especial nuestra haya jugado un rol clave. Lo importante es ser conciente de esto e identificar cuál habilidad tenemos y por qué sirvió en esa situación.
Segundo paso: apoyarse en las fortalezas
Teniendo claro cuáles son nuestras fortalezas, podemos luego apoyarnos en ellas para hacer el trabajo más ameno u obtener mejores resultados.
Por ejemplo, si uno ya tiene claro que es muy habilidoso para ordenar información y reflejarla prolijamente en un documento, ésta puede ser una buena oportunidad para tomar todo lo que el cliente fue enviando en diversos mails y conversaciones y volcarlo en una presentación. No sólo sirve para organizar el trabajo propio, sino que además el cliente se quedará tranquilo de que uno interpretó todo correctamente y brinda un servicio profesional.
Si uno sabe que funciona bien bajo presión y es muy eficiente a la hora de terminar un trabajo, tranquilamente puede tomarse una tarde entera para cocinar algo, charlar con amigos y hacer ejercicio pero aún así cumplir luego con los deadlines.
Lo vital es ser conciente de qué cosas a uno suelen salirle bien y confiar en ellas.
Por otra parte, es igual de importante conocer las debilidades propias. Si por ejemplo somos pésimos para lidiar con un cliente enojado y lo único que se logra es generar mayor frustración de ambos lados, tal vez lo mejor sea pasarle esa comunicación a algún socio o esperar a un momento mejor.
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