El viernes 27 de febrero de 2015 terminamos algo temprano la jornada de trabajo en Workana y emprendimos el regreso a casa junto a Leo Masri (Don Producto en Workana). Un lindo día de verano, todavía con buen sol pero sin mucho calor, excelente para andar en bici. Ibamos en paralelo, como hacemos casi siempre, para ir charlando sobre los temas del momento en la plataforma: «Ponemos o no ponemos chat?», «Como implementamos retiros locales en Brasil?«, o cualquier tema por el estilo (bueno, a veces hablábamos de Zombies y The Walking Dead).
A tan solo dos cuadras de la oficina, sin siquiera estar distraídos por algún tema de conversación, un auto que estaba estacionado abrió su puerta delantera literalmente en nuestras frentes. Yo era quien circulaba más cercano a la vereda por lo que alcancé a gritar un «Nooo!» bastante quebrado. Pegué con el manubrio en el contorno de la puerta, lo que hizo girar la rueda de la bici 180 grados en el acto, impulsándome a gran velocidad en media vuelta hacia el asfalto. No estaba usando casco, pero la «suerte» (o la física?) quiso que pegara primero con el hombro comprimiendo todo mi lado izquierdo con un golpe como nunca había sentido. No solo me faltaba el aire, pensé que me había roto varias costillas y afectado algún órgano. Por suerte no tenía idea de estos grados de dolor hasta ahora y al final no fue tan grave. Igualmente me levanté casi de inmediato. Lo único que podía pensar era – «Estoy tirado en el medio de la calle, me van a pisar!».
Al parecer mi choque contra la puerta hizo que tocara la bicicleta de Leo, por lo que el cayó atrás mío, solo al levantarme noté que él también estaba en el suelo, aunque no parecía tan afectado como yo. Me senté a un costado repitiéndole al desafortunado provocador de este accidente, un chico de no más de 25 años – «Me hice mierda, llamá a una ambulancia!». Leo me ayudó a sentarme a un costado y ofreció llevar mi bici de vuelta para luego acompañarme. Lo que siguió no vale la pena contarlo, solo que luego de hacer una placa los traumatólogos dijeron «Te quebraste la clavícula, no parece desplazada por lo que solo debes usar cabestrillo por 6 semanas y debería curarse«. Yo solo pensé – «Tener un brazo menos 6 semanas? Tengo un hijo de 11 meses, mi mujer me mata!»
Es con esa anécdota que empieza mi conversión completa al mundo del trabajo remoto. Durante las semanas siguientes mi movilidad fue muy baja, estaba totalmente inmóvil en uno de mis brazos y no podía hacer mucho. Es más, no podía hacer nada que implicara un esfuerzo físico. Decidí entonces, de manera forzada, trabajar casi toda la semana desde casa. No me atraía mucho la idea la verdad, pero no había mucha opción.
Mi computadora en casa estaba bien para trabajar, pero el escritorio era super chiquito y la silla era una de las del comedor (muy baja y dura). El otro «tema» era que iba a tener a un niño que caminaba ya alrededor de la casa. «Esto va a ser un problema.» – pensé, y nunca estuve más equivocado.
Si, el escritorio y la silla no ayudaron a la experiencia de trabajar en casa, pero lo demás fue todo genial aunque no sin aprendizajes y, algunas desventajas. Ayudó muchísimo tener una esposa que me cuidó mucho, sobre todo al comienzo y se bancó el tener toda la casa a cargo.
Las ventajas de trabajar desde casa y remoto
Fue un camino que tuve que recorrer, pero los primeros días ya notaba ciertos beneficios de trabajar remoto y no en la oficina:
- El foco: La oficina permite que surjan conversaciones espontáneas más fácilmente, pero eso también genera ruido. Ahora si necesitaba concentrarme en algo solo tenía que desconectarme de los sistemas de chat (si, sistemasssss) y darle para adelante.
- La cercanía a mi familia: Mi hijo recién empezaba a caminar y podía vivir de cerca toda esta etapa en cada break que tomara. También podía ir a la plaza con ellos a media mañana y luego volver al trabajo. Invaluable.
- Hacer del lugar, tu lugar: De a poco el escritorio pequeño o la silla incómoda fueron reemplazados (hace muy poco), pero esto solo ocurrió porque ahora valoro mucho más mi lugar para trabajar en casa. Convertí el lugar en algo propio y eso me ayuda a trabajar mejor, en la oficina se puede hacer, pero es un poco más dificil (por ej. las sillas/mesas son iguales para todos).
- No tengo que ir o volver del trabajo: La oficina queda a media hora en bicicleta (40min de subterráneo). Aunque andar en bici es bueno, es también tiempo dedicado obligadamente cada día a movilizarse. Trabajando desde casa puedo elegir en que usar esa hora: dormir más,
hacer ejercicio, estar con mi familia, etc. - Menos costos: Trabajar desde casa tiene menos costos, no tengo que gastar en un almuerzo comprado (algo como 5-8 USD diarios). El comer en casa es un gran ahorro para la economía. Más ahorran quienes usan el transporte público. Además, como mejor y hasta bajé algunos kilos 😀
Las condiciones necesarias para lograr trabajar bien
Como todo, trabajar desde casa (o remoto) tiene sus condiciones. Es muy fácil trabajar mal desde casa, les doy algunas condiciones necesarias:
- Tener un lugar separado y tranquilo para trabajar: Si vivís solo esto no es un problema, pero cuando estás con una familia y sobre todo si hay niños esto se vuelve super importante. Tengo la suerte de poder tener un lugar en donde «me encierro» a trabajar. De esta forma no tengo interrupciones y solo cuando me hago un recreo aprovecho para estar con mi hijo e interactuar un poco más. Si no tenés un lugar tranquilo, entonces vas a tener que pensar en ir a un bar (mmmm) o un co-working.
- Contar con un equipo que SABE trabajar con personas que están remotas: En Workana esto es más fácil, más de la mitad de mi equipo no trabaja en la oficina (vivimos por esto!). La mayoría trabajan desde sus casas, por lo que sabemos comunicarnos de una manera que evita errores comunes de los que siempre trabajaron en oficina. En la oficina se dan interacciones que no se documentan, alguien se acerca, pregunta algo, se genera una discusión y se toma una decisión ¡Los que estamos trabajando desde casa no podemos enterarnos de nada de lo que ocurrió! Es super importante que si vamos a trabajar desde casa el equipo acompañe y aprendamos, además, a usar las herramientas correctas para mantener una comunicación fluida (email no basta). Nosotros usamos: Gmail, Google Docs, Hangouts, Hipchat, Asana, Skype y Virtual phones.
- Tener una BUENA conexión a internet: En las primeras semanas luego del accidente mi proveedor de internet empezó a fallar, y mucho. Esto provocaba que tuviera que irme a la oficina si quería trabajar bien. Si el proveedor de internet actual no funciona, busquemos otro, aunque haya pocas opciones. Muchas veces donde no funciona bien uno si anda el otro. Me tomó un tiempo tomar la decisión pero al final cambiamos de proveedor y funciona super bien.
- Tener un buen headset: Si vas a trabajar desde casa vas a tener muchos llamadas por skype, procura que te escuchen bien. Si no falla la conexión a internet que no falle tu micrófono.
- Estar presentes pero tomar breaks: Cuando trabajamos de casa tenemos un sentimiento de ansiedad de no querer dejar el escritorio, «Mirá si justo alguien me escribe! Van a pensar que no estoy trabajando!». Esto no tiene sentido, debemos dejar ese sentimiento de lado y concentrarnos en hacer el trabajo y enfocarnos en el resultado. Tampoco hace falta ver un chat de hace unos minutos y explicar porque no respondimos «Perdón, estaba en el baño y fue más difícil de lo que esperaba!«. Si debemos ordenarnos la agenda para estar presentes en reuniones de equipo y checkups. Para los que estamos remotos estas reuniones son MUCHO más importantes. Quienes están en la oficina tienen muchas más chances de escuchar algo al pasar o que alguien les comente si se perdieron de algo. Si estamos remotos, no.
- Es importante conocernos en vivo para trabajar mejor a lo lejos: Esta regla se cumple trabajemos remotos o en oficina. Siempre vamos a interactuar con gente que tal vez no conozcamos en persona. Sabrán entonces que si las terminamos conociendo «en vivo» la relación cambia y casi siempre mejora. Es importante tener esto.
No todo lo que brilla es oro
Por último, no creamos que el trabajar remoto reemplaza todo. El ir a una oficina tiene un sabor único, no elijo trabajar cinco días por semana en una oficina pero tampoco quiero trabajar siempre desde casa. Al menos un día de la semana deberíamos intentar trabajar en un lugar rodeados de otros, sea en un bar, co-working o la oficina de la empresa. Interactuar, charlar con otros provoca buenas conversaciones, relaja y genera vínculos únicos.
También se vuelve más importante trabajar con nuestro equipo muy cerca cuando queremos ir mucho más rápido. En Workana cuando empezamos necesitábamos todo el tiempo pensar ideas y hablar entre todos porque el producto estaba naciendo. A medida que creció esto se volvió menos necesario y ordenamos estas conversaciones bajo algunos esquemas de charlas semanales. Pero en los comienzos esas charlas nos permitieron movernos mucho más rápido.
Creo que lo que quiero decir, no vivamos solo por trabajar remoto, pero sepamos que es algo único y maravilloso de esta época en la que vivimos. El trabajo ya cambió, nosotros tenemos la oportunidad de ya saberlo y aprovecharlo.
Volviendo a la anécdota original, luego de poco más de seis semanas y algunas dudas de parte de los médicos, mi hombro se curo y tuve que hacer unos meses de rehabilitación. Ahora estoy bien, sigo yendo en bicicleta a la oficina pero ahora trabajo al menos dos veces por semana desde mi casa…
PD: Si, la foto de portada del post es real y si se fijan se puede ver en donde fue la quebradura 😛
Guillermo Bracciaforte es uno de los fundadores de Workana, fanático del servicio al cliente, gamer y geek empedernido. Seguilo en Twitter como @brachas
Comments are closed.