Un salto al vacío… así se podría definir la decisión que tomamos hace ya casi un año: trabajar como freelancers y dedicar todo el día a nuestra propia agencia.
Siendo papás de una niña de 5 años no fue algo fácil de decidir.
Teníamos un ingreso constante y seguro, que era apoyado por los ingresos freelance que uno de los 2 aportaba. A veces en menor o mayor medida pero en últimas, empezamos a notar que los ingresos freelance eran los que en realidad determinaban cuando estábamos bien y cuando no, económicamente hablando. El ingreso “estable” era algo que prácticamente no veíamos pero que sentíamos indispensable por nuestra hija, aún cuando nos estaba significando no poder pasar nada de tiempo con ella.
La mayoría de proyectos freelance que salían, tenían que ser ejecutados por los 2 casi en todos los casos, una parte consistía en diseñar a nivel gráfico y otra en temas audiovisuales, razón por la cual no podíamos excedernos en la cantidad de proyectos a desarrollar, pues se iba a sobrecargar la persona que tenía el empleo fijo y la única forma de trabajar en los proyectos adicionales era fuera de su jornada laboral.
Luego de varios meses, nos empezamos a dar cuenta del valor de nuestro tiempo, el valor de las casi 10 horas que estábamos vendiendo diariamente para tener ese “ingreso permanente” no estaba siendo bien remunerado y nuestra calidad de vida empezaba a verse afectada por las largas jornadas extra laborales que debíamos trabajar para complementar nuestros ingresos con los proyectos freelance.
Fue entonces cuando hace ya casi un año, decidimos dar uno de los pasos más importantes de nuestras vidas, renunciamos al trabajo que nos generaba esa estabilidad y decidimos apostarlo todo a nuestro proyecto propio como freelancers.
Luego de analizar todas las ventajas y posibles desventajas que esto podría traernos, nuestra principal preocupación era sin lugar a dudas nuestra hija y todas sus necesidades. Fue una decisión que para muchos fue absolutamente irresponsable, pero que nosotros sentíamos correcta por alguna razón.
Nuestra vida como padres freelancers hoy, después del gran salto
Ha pasado ya casi un año desde que estamos poniendo toda nuestra energía y corazón a nuestro trabajo como freelancers y las cosas han cambiado mucho para bien. Las jornadas de trabajo son por lo regular mucho mayores a las que sueles trabajar en un empleo ordinario, pero la satisfacción al terminar el día es indescriptible.
Sabemos que nuestras jornadas son largas pero podemos decidir cómo organizar nuestro tiempo y equiparar el tiempo que pasábamos trabajando, con el tiempo que dedicamos a nosotros a nuestra hija.
En las mañanas por ejemplo, decidimos dejar de pagar un transporte que llevara a nuestra hija al jardín, decidimos que este sería el tiempo para estar con ella, así que la llevamos nosotros mismos en bicicleta, la dejamos sin afanes, vivimos con ella cada mañana y regresamos para iniciar nuestra jornada laboral sobre las 9:30 de la mañana, sintiendo plenitud y equilibrio entre trabajo, familia y salud física.
Sin duda hay altibajos pero en retrospectiva, nos hemos dado cuenta que los “malos ratos” que hemos pasado durante este último año en el cual hemos sido 100% freelancers, se han debido más a falta de organización en ocasiones y a angustias que nosotros mismos nos generamos que ha falta de proyectos o ingresos.
En Workana nos sentimos como en casa, hemos encontrado apoyo en todos los sentidos de la palabra, en un nivel tan alto que incluso en este punto, en la mayoría de los casos elegimos trabajar por Workana, que trabajar con clientes locales y el 80% de nuestros ingresos los obtenemos trabajando bajo la modalidad freelance, siendo dueños de nuestro tiempo.
Milena Pinzón Rincon y Daniel Lozada, freelancers de Diseño en Workana.
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