Las actividades de traducción y revisión han sido muy demandadas en el mercado freelance en los últimos tiempos. Esto lo podemos ver, incluso, en las infografías que solemos publicar aquí en el blog, por ejemplo cuando presentamos el crecimiento de esta profesión en Workana.
Detrás de esos números, el vínculo entre estas dos profesiones tiene una veta delicada que hace que, para poder tener una relación laboral armoniosa, el traductor y el revisor deban tomar algunas precauciones y tener algunas ideas en mente.
Para aclarar los puntos fundamentales para una relación de trabajo saludable entre traductor y revisor, nuestra escritora invitada del día de hoy, Polianah Reghin, desarrolló este post especial. Polianah es terapeuta y se dedica a la simbología, pero además le gusta escribir desde muy pequeña. También trabaja como traductora ya que, desde los 8 años de edad, habla y escribe en inglés. Es una profesional dedicada y realizada, hace ya 10 años creando contenidos para los cursos que lleva adelante en las áreas terapéuticas en las que actúa. El estudio y el desarrollo de contenidos variados dentro de su área le permitieron perfeccionar su habilidad de observación, lo que derivó en un post super reflexivo y profundo sobre los aspectos que hacen a la relación traductor-revisor. ¿Estás intrigado? ¡Lee a continuación! 😉
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Todos quienes trabajan con traducción conocen lo compleja que puede resultar la relación traductor-revisor. Un traductor, además de tener que preocuparse por mantener la integridad del contenido, muchas veces sufre la presión de los plazos de entrega del trabajo y del volumen del material que tiene que traducir, sin contar el estrés de lidiar con clientes y temáticas diferentes, y el juego de cintura que necesita para administrar horarios, principalmente cuando se desempeña como freelancer.
Por su lado, el revisor necesita controlar cuidadosamente la ortografía y gramática de cada material (no como haría un profesor corrigiendo un examen pero sí con el ojo atento de un lector que entrará en contacto con ese contenido), buscando siempre comprender lo que se está comunicando. Además, como todo profesional, también sufre de las mismas presiones de plazos, volumen y diversidad de trabajo, y el mismo estrés causado por el juego de cintura y organización que todo profesional freelance debe tener.
Lo que – muchas veces – hace que esta relación sea complicada es que tanto los traductores como los revisores son humanos. Hay momentos en los que el traductor considera tan importante mantener la integridad del contenido que se olvida que, para completar su trabajo, el texto final debe ser comprendido por su público objetivo y esto, a veces, implica realizar muchas adaptaciones al texto, principalmente cuando se trabaja con idiomas de estructura muy diferente, como en el caso de las traducciones alemán – portugués o inglés – portugués, por ejemplo. También puede ocurrir que el revisor lea el texto, no logre entenderlo, y entonces crea que resulta necesario hacer algunos cambios y adaptaciones.
Es justamente en ese punto medio, entre el trabajo de uno y de otro, cuando aparecen las fricciones. Las personas son diferentes entre sí, tanto en personalidad como en cultura y -claro está- lograrán comprenderse entre sí únicamente si existe una comunicación clara. ¡Esto es fundamental!
En realidad, en cualquier contexto de trabajo resulta esencial que exista una comunicación clara, pero aquí, en particular, una comunicación objetiva, profesional y directa es la que hará que el trabajo final sea excelente.
Los profesionales de uno y otro lado deben entender que son colaboradores en un mismo proyecto, no enemigos que compiten por ver quién redacta mejor, quién tiene razón, quién le da un mejor cierre al texto. Y no importa si el material tiene 500 palabras o si es un libro de Dostoievski. Ambos tienen que colaborar para que el contenido pueda ser comprendido por su público objetivo, sea correcto ortográfica y gramaticalmente, e interesante y atractivo para ser leído hasta el final.
Pero, para que esto se dé y no haya fricciones, ni remilgos por estar uno metiéndose en el trabajo del otro y, principalmente, para que haya respeto de uno y otro lado en todas las fases del proyecto, es importante tener en mente que:
- El traductor es humano, por eso puede tener errores
- El revisor también es humano y, también, puede tener errores
- Los equipos de trabajo siempre exigen juego de cintura, comunicación clara, foco y un objetivo en común
¿Inclusive cuando “el equipo” tiene dos personas? ¡Claro! Todo trabajo en el que más de una persona está involucrada es un trabajo en equipo. Por lo tanto, es necesario aplicar las reglas básicas de relaciones humanas e interacciones en grupo.
Hoy en día, con el advenimiento de la “home office” y del trabajo vía Internet – en el que un profesional está en Brasil y el otro puede vivir en India, ambos ligados al mismo proyecto –, las personas, principalmente los profesionales más jóvenes, viven esa realidad de forma interconectada; existe otro ser humano que, como tú o yo, tiene días buenos y otros malos, tiene plazos y objetivos que cumplir, tiene urgencias personales que resolver, tiene una vida que organizar y un trabajo – en conjunto – que hacer.
Creo que el gran desafío de los profesionales online justamente es recordar que el hecho de que estén solos en una sala, conectados al computador, no significa que están solos haciendo el trabajo, ya que generalmente están colaborando con otros profesionales en un mismo equipo, con un foco y objetivo común: en el caso específico de las traducciones, que el contenido conserve su esencia y, aún así, pueda ser comprendido y apreciado dentro de la cultura e idioma al cual fue traducido.
Desde esta perspectiva, es necesario entender que, si un traductor se equivoca y el revisor pide una corrección, no está haciendo otra cosa que su trabajo. Y, si el revisor se equivoca o no comprende el texto y solicita cambios que no aplican, el trabajo del traductor también es tomar nota de esto y pedirle al revisor que haga las correcciones necesarias, ya que el producto final de esa interacción debe ser el resultado de la colaboración entre ambos, de tal manera que el texto cumpla con los tan mencionados requisitos:
- Que preserve la esencia de la información
- Que sea correcto desde un punto de vista gramatical y ortográfico
- Que sea claro y facilite la comprensión por parte del público objetivo
- Que logre transmitir el mensaje original, independientemente de las adaptaciones que fueran necesarias
En definitiva, todos somos trabajadores y cooperamos por la transmisión y difusión de conocimiento, información, cultura, arte . . . experiencias provenientes de otras realidades, de otros tiempos y de tanta creatividad y sentimiento. Independientemente del rol que estés ejerciendo actualmente, seas traductor o revisor, debes dejar el contenido listo para que logre ser transmitido de un idioma extranjero al tuyo y, por lo tanto, sin importar la etapa en la que actúes durante ese proceso, debes procurar dar lo mejor de ti, pero también necesitas entender que quien participa en otras etapas del proceso tiene la misma intención, foco y objetivo que tú.
La relación traductor – revisor no necesita, ni debería, ser complicada. Tenemos que aprender de colaboración, co-responsabilidad y respeto mutuo. Y, en este mundo cada vez más virtual y libre de fronteras, siempre debemos recordar que no estamos solos, aún cuando estemos lejos físicamente. El aislamiento es aparente, irreal, y es por eso que “cooperar” debe ser la palabra que guíe esa relación de trabajo que siempre fue – y siempre será – delicada, pero puede volverse más simple y agradable si, más allá de todo, nos respetamos.
Autora: Polianah Reghin
Traducción y adaptación: Jesica Mraz